Chisgarabís
Vaya palabrejas que se gasta el líder de la oposición. En Tiktok no lo han entendido.
El otro día se fue la luz en el sur de Francia y Pedro Sánchez respiró aliviado: no había sido culpa suya (aunque en OK Diario ya han enviado un reportero, nunca se sabe). Grosso modo, esto es todo lo positivo que se puede decir esta semana del gobierno.
Por lo demás, haciendo memoria, no se me ocurre nada relevante que haya pasado en España: hoy no va a haber manera de hacer una columna decente. Entiéndanme: por relevante quiero decir realmente digno de destacar, algo que nos pueda cambiar la vida. Los folletines judiciales y las crónicas del fango, mejor síganlas con Ernesto Ekáizer o con Ana Rosa, según sus gustos, no sé ustedes cómo están de fanatizados por esos asuntos. Pero qué fatiga: o traca final, o larga agonía, por favor. Decídanse. Pero las dos cosas a la vez no, que es malo para mi salud mental.
Como asunto de enjundia solo quedaría por tratar el próximo Congreso del PP, que parecería una cosa importante saber qué piensan los que aguardan turno para gobernar. Pues me da un perezón tremendo. El mismo que sentía Antonio Gasset cuando lo mandaban a cubrir el Festival de Cannes (con electricidad) y salía en pantalla completamente hastiado, y seguramente fumado. Lo he pensado (lo de fumarme algo, digo), pero les escribo a las once de la noche, aunque esto salga un jueves a las seis, y me da desgana también, a ver si me voy a levantar mareado. Estoy un poco como Boyero: después de haber visto “El apartamento”, cualquier cosa es un déja vu. Pues desde lo del PSOE en Suresnes, pasa igual.
Nunca he entendido por qué son tan relevantes los congresos de los partidos, si no es para degollar al líder y poner a otro. Esos son los que molan: con tiburones en el Coliseo, como en Gladiator II1. Los demás, francamente, resultan un aburrimiento. Si los compromisarios ya van todos convencidos, digo yo. Se pasan dos días haciendo pasillos, se tragan unas ponencias que son más plúmbeas que el programa de arqueología de Manuel Pimentel en la 2, y se vuelven a casa después de haber engordado cinco kilos a base de canapés.
Algo se cuece, sin embargo, en el próximo (cito) “cónclave” del PP, cuando Núñez Feijóo, el pobre, tuvo que salir ante los medios diciendo que (cito) “no soy un tirano que hace y deshace a su mero antojo, pero tampoco soy un chisgarabís que se desdice a la primera de cambio”. Lo acusan de blando en el sector duro del partido. O sea que sí, que hay runrún. A lo mejor sueltan tiburones en el IFEMA.
Como soy boomer, la palabreja me suena, pero en mor de la precisión me fui a buscarla a la RAE. Sorpresón: la palabra chisgarabís significa “chiquilicuatre”. Que a su vez quiere decir “persona, frecuentemente joven, algo arrogante y de escasa formalidad o sensatez”.
Y de repente, ya lo tengo: Eurovisión. Temazo. Mira tú por dónde, siempre hay un giro de guion esperándote para rescatar una crónica que llevas ya a la mitad, con una palpable sensación de naufragio.
Y es que Núñez Feijóo niega ser un "zascandil, don nadie, pelanas", que es lo que significaba la palabra chiquilicuatre en Valencia, donde ya era un insulto en el siglo XVIII2. También se predica de quien es “muy poquita cosa, menguado y raquítico”. No seré yo quien diga que lo es, aunque en su partido lo piense más de uno.3
A ver si me centro: el asunto es que este señor va a ganar las próximas elecciones, eso es seguro. Y al mismo tiempo genera el mismo entusiasmo entre forofos e indecisos que la paella de chorizo de Jamie Oliver: mínimo. La cuestión, es entonces, por cuánto va a ganar. De hecho, quiere gobernar en solitario. Leo en la prensa afín (a él, se entiende) que va a jugar la carta de la moderación para robar votos al PSOE, y que su estrategia es, en realidad, más de lo mismo: matar al burro a golpe de higos, por aburrimiento. Pero si no consigue los votos suficientes, tendrá que mandar la moderación a paseo y subirse al carro de los exaltados. Entonces yo me pregunto: ¿no sería mejor ser el chikilicuatre?
Me refiero al personaje que este país envió a Eurovisión en 2008, con aquel desparpajo sideral y la cara más dura que el cemento. Esto es lo que echo de menos en Feijóo: un poco de perreo. Así que vamos, Alberto, a por los dos millones de votos que te faltan: bailemos el chikichiki. Que si no, le va a comer la tostada Ayuso desde su ático. Sea valiente y denos un meme: enganche con la política de las emociones.
Uno. El brikindans (del ladrillo)
Feijóo tiene un plan para el problema nacional número uno: “más vivienda”. ¿Podría ser más específico? Ah, sí, un momento. Dice El Confidencial Digital que “abordará iniciativas sobre la vivienda, tanto compra como alquiler, conscientes de que gobiernan en la mayoría de las autonomías y tiene las competencias para actuar”.
Sigo sin saber gran cosa, pero dos comentarios: 1) Si ya tienen las competencias y la culpa no es de los despiadados capitalistas de Airbnb, ¿entonces de quién sería la responsabilidad de la falta de pisos? Y 2) ¿A qué están ustedes esperando? ¿A qué les luzca cuando estén en Moncloa?
Dos: el crusaíto (del Estrecho)
¿Qué va a hacer usted con los aproximadamente 700.000 inmigrantes irregulares que hay en España? Lo digo porque yo quiero comer fresas todos los veranos ¿eh?4 Ah: y a los casi tres millones de extranjeros que cotizan a la Seguridad Social, no los toque. Mis hijos ya me han dicho que no me van a cambiar de pañal cuando sea viejecito. De aquí a mi senectud, no llegamos a tiempo para producir tres millones de siervos españoles. Sobre todo si no hay casas. Conectando los puntos, oigan.
Tres: el maiquelyason (de los impuestos)
Tenemos un 36,8% de presión fiscal en España, frente al 41,1% de la Unión Europea. Entiendo que quiere ir usted hacia atrás (según el Confidencial Digital ,“reforzará su apuesta por una reducción de impuestos a la clase media, aunque quedan por definir los parámetros de qué ingresos marcan el umbral con las clases altas5”). Pero también hacia adelante . Me lo explique, por favor.

Cuatro: el robocop (o sea, Abascal)
Dice que en su congreso no va a dejar clara su relación con VOX porque no hace falta. Entonces ¿pactará sin complejos con ellos, como le pide Ayuso, o se va a hacer de centro izquierda, como le pide el alcalde de Málaga? No sé si lo sabe, pero probablemente, en Europa nadie lo tiene más difícil que usted para ser el catch-all party. ¿Qué hacemos con Puchi (demón) y con Junqui? ¿A la cárcel o al Círculo Ecuestre de Barna? ¿España es una grande y libre o vamos a hablar catalán en la intimidad? ¿Lo de Gaza es una masacre o un asunto interno? ¿Trump es el líder de la civilización occidental o un chalado narcisista? Lo digo por aclararme. Y una cosita: entre la copia y el original, la gente prefiere siempre al original.
Yo le comprendo, don Alberto: no está hecho para la prensa madrileña. Esperaba usted otra cosa, y resulta que la derecha tiene la guerra cultural tan ganada que se lo puede acabar comiendo de aperitivo con el vermú. No tiene más remedio que bailar el chikichiki si quiere salir airoso, y reconozco que no es fácil. Pero venga, anímese: lo bailan los jevis y también los friquis, lo bailan en la cárcel, lo bailan en la escuela, lo baila mi madre y también mi abuela. Lo bailan los bródel, lo baila mi hermano, lo baila mi mulata con las b…..6 en la mano. ¡Perrea, perrea!
Lo siento, la he visto. Qué delirio. El guion parecía escrito por César Vidal en estado lisérgico.
Casi que dan ganar de comprar El gran libro de los insultos, de donde he sacado esta información.
Los avales presentados representan al 11% de los afiliados. Entusiasmo, lo que se dice entusiasmo, mucho no hay, la verdad.
A los que trabajan en el olivar español los puede expulsar, porque no me gustan las aceitunas.
Me lo temía. “Parámetros”, “umbral”… Venga, 250.000 euros.
Iba a poner la palabra original porque Sergio Parra ha dicho en Substack que se puede insultar y ser faltón, porque es más auténtico. Pero qué quieren: soy de colegio de curas.
Menos mal que te has puesto a escribir sin ganas, porque si llegas a hacerlo con entusiasmo nacional, nos vemos mañana los dos en el editorial de The Economist.
Confieso que he leído tu columna con una mezcla de placer culpable y nostalgia por aquel tiempo en que los congresos de partido eran como el pressing catch: codazos, traiciones y una cabeza de caballo metafórica en la cama del líder. Ahora, como bien dices, son más bien almuerzos largos con canapés de ensaladilla y discursos que harían dormirse hasta a un rottweiler.
Lo de Feijóo negando ser un chisgarabís me ha dejado intranquilo. Porque cuando uno empieza una frase con “no soy un tirano” ya sabemos cómo suele acabar la película: en toga o en TikTok. Y con la Eurovisión de fondo, se me ocurre que si de verdad quiere gobernar solo, que se plante en el congreso bailando el crusaíto con una camiseta de “Suresnes Lover” y una paella sin chorizo. Igual arrasa. O igual arrasamos nosotros con él, que también tiene su encanto.
Me quedo con esa imagen gloriosa de los compromisarios zampando como si no hubiera inflación, mientras debaten si España necesita más ladrillos, menos impuestos o una versión deluxe de La isla de las tentaciones con Ayuso de presentadora. Yo ya lo veo: “Supervivientes en Moncloa”. Nadie gana, pero todos pierden calorías.
Gracias por este artículo, que no cambia la vida, pero la mejora. Al menos hoy.
Un abrazo con buen perreo institucional,
Pedro